Más que una persona, Mabel es un momento. Es justo antes de paralizarte y ver que -horror- cada músculo respondió al llamado primitivo de la sangre, que desenterraste no sólo recuerdos que nunca recordaste sino cinco mil años de civilización en un sólo gesto: es justo antes de darte cuenta de que estás apuntando.
Entonces, pensás: “Mabel, soltá ese cuchillo, no vale la pena”. Y Mabel por supuesto que no responde porque no sabe hablar más que con sus ojos inyectados en sangre y su dolor de pobre víctima inocente (Mabel es así). Entonces, Mabel suelta el cuchillo y vuelve al asiento trasero de tu tren mental que hace tiempo que viene amagando con descarrilar.
martes, 29 de diciembre de 2009
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La verdad, es que estoy del v erdadero orto y me puso tan bien leerte, de tan bueno humor y con cierta esperanza ingenua, que no podía dejar de decirtelo. Gracias.
ResponderEliminarLila.
nunca vi este post, es genial y me sirve a modo de presentación.
ResponderEliminarSaludos terrícolas¡!